viernes, 14 de octubre de 2016

Windows 8: el fracaso que nadie quiere aceptar

Luego del fracaso de Windows Vista, Microsoft quiso remediar el error y la mala imagen ganada. Innovando en algunas aplicaciones, mejorando el rendimiento y manteniendo la apariencia visual sin consumir tantos recursos, Windows 7 llegó a finales de 2009. Lo que era una mejora de su versión anterior se convirtió en el sistema operativo más querido de la historia de Microsoft, al lado de Windows XP. Con esta versión lograron superarlo y quitarle el puesto del rey de los sistemas.
Sin embargo, las cosas no podían terminar así y Microsoft pensaba en cambiar las cosas. En 2011, se anunció la siguiente versión de Windows, la que cambiaría todos los moldes establecidos. Fueron lanzándose versiones de prueba donde se mostraba primero un arranque mucho más rápido y un menú Inicio muy diferente. Por ese entonces, la mayoría del público estaba feliz con Windows 7. Hasta que llegó el día. El 26 de octubre de 2012 llegó la versión nueva: Windows 8.
En un principio, causó sorpresa el cambio del logo de Microsoft: de las ventanas coloridas e iluminadas del logo de Windows Vista y 7 a un logo plano, cuadrado y sin colores. Sin embargo, ahí no quedó todo. Cuando uno iniciaba Windows 8, lo primero que veía ya no era el escritorio común, sino que uno se encontraba frente ante un menú de inicio muy raro: una pantalla literalmente.

A la mayoría le trajo confusión y lo primero que buscaban era el clásico escritorio. Luego de buscar en el enorme Inicio, lo encontraban y se daban con la desagradable sorpresa...
¿DONDE ESTABA EL BOTÓN DE INICIO?

No estaba. Uno tenía dos opciones: o dirigirse a la esquina inferior al lado derecho de la pantalla y que la aparezca el mosaico para ir, o ir a la esquina opuesta y encontrar este menú para dirigirse al Inicio

Los usuarios en general tardaron un tiempo para acostumbrarse al nuevo sistema operativo. Y bastaron esos cambios bruscos respecto a versiones anteriores para que definan el futuro de Windows 8. Miremos las siguientes estadísticas:
Según netmarketshare.com, a medio año del lanzamiento de Windows 8, este solo tenía el 3,82% del mercado a nivel mundial. Puede apreciarse que incluso Windows Vista, sistema que ya conocemos su triste historia, tenía más cuota.

Como es evidente, Microsoft lanzó una mejora para el sistema operativo. Sin embargo, este no era un Service Pack como los que tuvieron XP, Vista o 7. Esta era una actualización mayor, que incluso cambiaba el núcleo NT (6.2 a 6.3). Este cambio fue Windows 8.1, que llegó en octubre de 2013.
Parece que Microsoft nunca quiso ver a 8.1 como un nuevo SO puesto que ni siquiera tiene un logo propio (el que puse es el más parecido que encontré a la tipografía normal). Si uno ve las propiedades de Windows 8.1, se va a encontrar con el logo de Windows 8.

A simple vista, la única diferencia parecía ser el botón Inicio que pusieron en la barra de tareas, sin embargo, Windows 8.1 presentaba unos cambios más:

  • Nueva versión del Windows Store y de Internet Explorer
  • Mayor personalización en la pantalla Inicio, nuevas funciones en la Pantalla de Bloqueo
  • Mejoras en seguridad y rendimiento del sistema.
No obstante, si analizamos un poco, las novedades de Windows 8.1 son muy similares a las que hubiera traído un Service Pack o un conjunto de actualizaciones.

Esto no ayudó mucho a que Windows 8 saliera adelante. Por otro lado, las personas que cambiaban de sistema usualmente pasaban a Windows 7 desde XP o Vista. Pero, si Windows 8 no presentaba problemas de rendimiento, lentitud y bugs como los que si tuvieron otros fracasos como Windows ME o Windows Vista, ¿por qué fracasó?

Resumen en dos simples razones: un cambio que nadie quería y pocas mejoras en lo que ya estaba establecido.

La primera razón es, definitivamente, por la nueva interfaz que trajo.

En primer lugar, Windows 8/8.1 cambió el tradicional Menú Inicio por una pantalla más compleja y mucho más grande, más adecuada para sistemas táctiles, pero no para la mayoría de PC's de escritorio o laptops.
Esto hizo más difícil la búsqueda de programas y aplicaciones.

Por otro lado, está la interfaz Modern UI o Metro (esto es sobre todo para los que vinieron desde Windows Vista o Windows 7). A pesar que la interfaz Aero al principio fue odiada por los recursos que consumía en Windows Vista, fue con el tiempo bien recibida y mucho más en Windows 7, sobre todo porque conservaba la apariencia sin consumir la memoria y todos los recursos que consumía en Vista. Sin embargo, la interfaz de Windows 8, Modern UI, para muchos no era tan moderna como dice su nombre.
Heredada de Windows Phone, la nueva interfaz era más bien cuadrada y con colores planos, además de eso, sin transparencia con excepción de la barra de tareas. A muchos no les gustó este cambio, a pesar de las múltiples opciones de personalización que presentaban para la Pantalla Inicio sobre todo.
Añadiré como dato adicional que Windows 8 fue el primer Windows desde 3.1 que no trajo sonidos para el encendido, apagado e inicio-cierre de sesión, cosa que al menos para mí fue decepcionante.

Ahora, la segunda razón básica: las pocas mejoras en las cosas que ya existían.

Mientras Windows Vista innovó más que todo visualmente, Windows 7 innovó mayormente en funciones y aplicaciones. Desde el explorador de archivos, la facilidad de busquedas hasta las aplicaciones como Paint, WordPad o la calculadora renovadas y mejoradas, sin dejar de lado la estabilidad y el rendimiento que tenía, el cual era más rápido que su predecesor.
Windows 8, en cambio, no tuvo muchas mejoras en esos aspectos en comparación a Windows 7. Se podría decir que, con excepción del nuevo menú Inicio y alguna que otra aplicación de la tienda de Windows, los usuarios de 7 no se perdían de nada.
Añadiendo esto, podemos sumar el bajo apoyo que tuvo por parte de los desarrolladores de software, que tuvieron que cambiar sus métodos de programación para aplicar unos nuevos en Windows 8.

Todo eso explica su baja acogida y por qué incluso, cuando el SO llevaba más de un año a la venta, las principales marcas de computadoras volvieron a vender equipos con Windows 7 preinstalado. Marcas como Dell, Acer, Lenovo y HP aplicaron la medida, esta última por "demanda popular".
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Y ahora, la pregunta es: ¿Por qué nadie quiere aceptar el fracaso de Windows 8?

Como lo dije antes, Windows 8 fracasó básicamente por la interfaz confusa y poco agradable al público usuario de una PC de escritorio, pero NO por problemas del mismo software en rendimiento y estabilidad que sí tuvieron Windows ME y Vista en su momento. Lo que Microsoft quería era innovar en el mundo de los sistemas y ya no seguir en lo mismo. Sin embargo, es evidente que no lo hicieron de la mejor manera.

Probablemente no se pensó en la mayoría de los usuarios acostumbrados a usar el sistema operativo más usado del mundo. Los cambios no agradaron a muchos y lo que antes era sencillo, útil y más amigable, después fue muy complejo y sin apoyo de muchas personas.

¿Y qué pasó después? Intentando buscar el agrado de todos y combinar la innovación con la buena imagen, en julio de 2015 llegó Windows 10, el cual en menos de un año ya superó la cuota de mercado de Windows 8/8.1 y ha tenido reseñas mayormente positivas (con alguno que otro contraste).
Sin embargo, ahora comentaré un caso que ocurre en mi país.

Era enero de 2010, Windows 7 era el sistema más moderno en ese entonces, llevaba apenas 3 meses en el mercado y uno ya no encontraba equipos con su predecesor Windows Vista.

3 años después, era enero de 2013, Windows 8 llevaba también 3 meses y, al menos en las tiendas de mi país, prácticamente todas las PCs nuevas venían con este sistema y Windows 7 no aparecía.

Otros 3 años después, enero de 2016. Windows 10 lleva MEDIO AÑO en el mercado y sin embargo, de todas las computadoras que hay en un pasillo, MUCHAS aún vienen con Windows 8.1

Sabiendo que fue un fracaso, ¿por qué las siguen vendiendo? Lo más probable, al menos para mí, es que aún sigan en stock y la gente, lamentablemente, no quiera comprarlas. O en todo caso, por la oferta de actualización gratuita a Windows 10 que hubo durante un año para usuarios de Windows 7 y 8.1, porque otra razón no me explico sabiendo que estamos ante un fracaso quizá hasta peor que el de Windows Vista.

En conclusión, hay que aceptarlo. Windows 8 fue un fracaso para la misma Microsoft. Una pobre aceptación de los desarrolladores, las empresas y la mayoría de los usuarios y una cuota de mercado que apenas llegó a los niveles de Windows Vista y que día a día va bajando (aunque no parece) marca lo que lamentablemente fue el sistema, que no tenía por qué: era más rápido y estable que sus predecesoras, pero, el público se ha acostumbrado por años y Windows 8 cambió todo lo que ya sabían. Fue una lección para la empresa para darse cuenta que fallas en el sistema no es lo único que puede hacer caer a un software.